19 de enero de 2009

La educación, la mejor arma para luchar contra los embarazos no deseados en jóvenes

Aunque las cifras no son tan abultadas como la media nacional, donde dos de cada cinco abortos fueron practicados a chicas menores de 24 años, Castilla y León registra igualmente un progresivo aumento de las interrupciones en el embarazo entre las jóvenes. y si en 2006 fueron 422 las menores de 20 años que decidieron no seguir adelante con su estado de gestación, en 2007 esta cifra ha alcanzado las 499, un 16,2 por ciento del total de abortos notificados.
Un progresivo aumento que miran con preocupación desde los Centros de Orientación Familiar de la Comunidad (COF), que inciden en la necesidad de una educación preventiva, tal y como expone la directora del COF de Valladolid, Nieves González. «Pensamos que la educación es la forma de prevenir las situaciones, no sólo el embarazo, sino también las dificultades relacionales». Algo que corrobora Teresa Martín, que cree imprescindible el trabajo que desarrolla su compañera en la Diócesis de Valladolid porque «lo fundamental es una buena educación afectivo sexual», que no sea ni rigorista, ni tampoco permisiva, sino que ayude a los jóvenes a «crecer en su interior».
Ambas están convencidas de que este peligroso aumento de los embarazos entre los jóvenes se debe a que para ellos «en la cultura en la que estamos, todo se reduce al consumo. Salir a buscar rollo es la diversión a la que se pasan cuando dejan los juguetes», y eso a les lleva muchas veces a mantener conductas de riesgo.
Talleres
Con el fin de prevenir esta situación, la Fundación Desarrollo y Persona, con Nieves al frente, lleva años impartiendo talleres de educación afectivo sexual en los centros educativos, tanto privados como públicos, a chicos de entre doce y diecisiete años. Un total de 8.000 jóvenes pasaron el año pasado por estos talleres que duran cuatro horas y se imparten directamente en las aulas. Asimismo, explicó Nieves, la fundación elabora material para que el propio centro pueda continuar con la formación, porque lo que ofrecen en estos talleres es una educación integral: «Trabajamos también con los educadores, es decir, con los padres, profesores o catequistas». Para la formadora estos programas son muchas veces «un toque de atención a los padres» porque «viven un poco en la inopia» y no se dan cuenta de que, que no pregunten, no significa que no tengan dudas respecto a su sexualidad. «Los chicos tienen muchísimas preguntas». Alguna de ellas tienen que ver con las relaciones (¿Cómo diferenciar si un chico es tu amigo o te gusta?...). Otras están relacionadas con su sexualidad (¿Te puedes quedar embarazada la primera vez? ¿La masturbación es buena o mala? ¿El aborto le duele al niño o a la madre?...) y últimamente, añade Nieves, muchas de las preguntas tienen que ver con la orientación sexual (¿Cómo se sabe si eres homosexual? ¿No sé si mi amiga es mi amiga o mi amiga me gusta?...).
Por ello cree que una vez que participan en estos talleres la tarea de los padres no tiene que ser tanto informativa -«ellos ya saben como funcionan los órganos sexuales»- como ponerles delante una propuesta de vida. Por ejemplo, «si ven la televisión que aprendan a juzgar lo que ven». En este sentido, no duda en afirmar que los progenitores juegan un papel fundamental en este tipo de educación «porque un colegio o una parroquia puede organizar un taller pero el día a día quienes lo construyen son los padres con los hijos».

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